En economía de la empresa se entiende por autofinanciación o financiación
interna al conjunto de recursos financieros que las empresas obtienen
por si mismas sin recurrir a fuentes de financiación externas, es decir
que no proceden ni de nuevas aportaciones de los socios, ni de aumentos
de la posición deudoras, sino que son generados por la empresa.
Las
principales fuentes de autofinanciación son los beneficios retenidos y
las amortizaciones.
En general se habla también de autofinanciación fuera del mundo
empresarial para referirse a la financiación de personas o instituciones
que no necesitan acudir a préstamos o deudas para el desarrollo de sus
actividades.
Una de las clasificaciones más usuales de las fuentes de financiación
empresarial es la que diferencia entre fuentes internas y externas,
dependiendo de que los recursos financieros se hayan generado en el
interior o provengan del exterior.
La autofinanciación se define como la
creación de nuevos recursos financieros por la propia unidad económica.
Una vez obtenido el resultado del ejercicio y remunerados los agentes
económicos que participan en el proceso productivo, quedará el resto de
libre disposición para la empresa. La autofinanciación beneficia la
estructura y funcionamiento del sistema de gestión e incorpora ventajas
futuras a todos los partícipes.
Las consecuencias más importantes de
esta forma de financiación son la reducción de la dependencia exterior y
la de los gastos financieros. La autofinanciación también puede
considerarse como la parte de los beneficios o de los recursos generados
que permanece en el seno de la empresa, es decir, los beneficios no
distribuidos, los fondos de amortización y las provisiones.
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